Nuestro viaje de estudios a
Italia, que abarcó desde el 24 hasta el 30 de junio, se convirtió en una
experiencia inolvidable e incapaz de perder su fortaleza en la memoria de los 50
jóvenes viajeros de 4º ESO del IES Segundo de Chomón. Al viaje nos acompañaron
los profesores Izarbe Latorre, José García y Gonzalo Montón.
Pese a saber que la salida tendría lugar a las 2:30 de la mañana, el
entusiasmo y alegría de nuestros cuerpos y mentes era tal que casi parecía que
fuese una hora normal para comenzar un largo viaje. Pero claro, ninguno éramos
conscientes de que se trataba de un viaje real. Llevábamos un año entero
esperando y organizándolo, no podía ser cierto que el día de partida hubiese
llegado ya. Nosotros nos dimos cuenta de ese momento cuando nos sentamos en el
autobús y comenzamos a dormirnos, para más tarde (en torno a las cinco)
despertar en el aeropuerto de Valencia. Aeropuerto que nos recibió con una
cálida brisa de verano, la cual nos hizo inspirar con fuerza y decir: sí, estamos de camino a Italia. Después de
tanto tiempo…
La espera dentro del avión se nos hizo bastante pesada, puesto que en
todo momento parecía que quedaban escasos minutos para despegar; sin embargo,
fueron muchos más. Pero toda la espera mereció la pena cuando llegamos a Roma y
nos pusimos camino a Siena. Pasamos el resto del día visitando esta pintoresca
ciudad, hasta que a mitad de la tarde partimos hacia Florencia; y aunque
llegamos con retraso, algunos compañeros supimos aprovechar para disfrutar de
una piscina que no veríamos más durante nuestra estancia en el albergue más que
durante los desayunos en la terraza. El tiempo para prepararnos fue escaso,
pero aún así, pudimos cenar todos juntos para más tarde disfrutar de una noche
de baile.
El domingo fue un día de colas, calor y museos, pero todo ello mereció
la pena por ver el David de Miguel
Ángel. Aunque he de decir que la actividad que sin lugar a dudas más
disfrutamos fue la náutica, puesto que de algún modo, dentro del agua el
cansancio, sueño y noción del tiempo desaparecieron, tanto que, cuando quisimos
darnos cuenta, ya estábamos subiendo al autobús para visitar la torre de Pisa.
Esta última actividad fue
totalmente diferente a como yo la esperaba, puesto que sólo paramos para
hacernos la famosa foto junto con la torre, esa misma foto que hace parecer a
todo el mundo ridículo visto desde fuera pero fuerte en la foto. Y por
supuesto, ninguno de nosotros fue menos y cumplió con el deber de la foto. Una
vez hubimos completado el objetivo, nos dirigimos de nuevo a Florencia, donde
cenamos todos juntos en el albergue, y más tarde volvimos a salir de fiesta.
El día siguiente, el lunes, el cansancio y sueño casi podía con
nosotros, pero el paseo por Lucca en bicicleta hizo que todos esos sentimientos
se perdiesen por las hermosas calles de la ciudad y fuesen sustituidos por
asombro y admiración. Aunque lo que sí he de destacar negativamente ha de ser
la visita de la Grutta del Vento, debido al terrible frío dentro de la gruta,
lo poco preparados que íbamos y las continuas quejas de los compañeros. Yo creo
que la gruta sí se merecía ser vista con admiración, porque era asombrosa, pero
nosotros no se lo pudimos ofrecer puesto que nuestra actitud era una muy
diferente. Tras ello, partimos un largo viaje de unas cuatro horas hacia Roma.
Al llegar al camping, todos nos quedamos sorprendidos por su gran tamaño
y por la cantidad de gente que albergaba. Ese día cenamos lo preparado por el
camping en nuestros respectivos bungalós.
El martes fue un día de visitas y descubrimientos, puesto que visitamos
la parte clásica de Roma, una zona preciosa que debido a sus diferentes
reliquias, las cuales se parecían en su gran mayoría, encontramos dificultades
para no perdernos.
He de destacar el gran tamaño del Coliseo, el cual todo el mundo tiene
demasiado visto debido a fotografías o películas y aunque lo nuestro también
era así, es completamente diferente. Es increíble. El hecho de verlo con tus
propios ojos te hace pensar en la grandeza del mundo clásico y de algún modo te
da una cierta envidia porque sabes que esa época tan gloriosa no volverá.
Lo mismo sucede con la Fontana di Trevi, la cual tienes la esperanza de
que se trate de una grandísima plaza donde se cumplen los sueños depositados
con las monedas, pero una vez llegas allí, te das cuenta de que no se necesita
la grandeza del Coliseo para que se cumplan todos esos deseos.
El miércoles fue un completo caos, puesto que visitamos el Vaticano.
Pero más que visitar el Vaticano casi nos dedicamos a conocer a gente, debido a
que era imposible pararte a ver una obra ya que la masa de gente se te llevaba
para delante y te daba más tiempo a hablar con ellos que a disfrutar del Vaticano, que era por lo que
habíamos ido. Sin embargo, la Piazza y Basílica de San Pedro fueron increíbles,
tan grandes como las imaginamos, pero mucho más preciosas y significativas.
Esa noche en el camping la disfrutamos tanto que será difícil olvidarla.
Y fue por ese motivo por el que al día siguiente, en los estudios de cine
Cinecittà, todos los alumnos parecíamos salidos de una película de muertos
vivientes, ya que andábamos sin rumbo y en todo momento en el que se nos
presentaba la oportunidad, nos sentábamos e intentábamos no dormirnos (a veces
se acabó convirtiendo en una misión imposible). Pero independientemente de ese
hecho, la visita a los famosos estudios fue una manera más de comprender el
cine y de verlo con otros ojos. Pero el día no acababa ahí, puesto que tuvimos
que ir al puerto, esperar en una larga cola el barco y ya más tarde, pudimos
descansar para después ir a la discoteca del barco. Esa fue la última noche de
una grandísima semana muy difícil de olvidar, y la gran mayoría supimos
aprovecharla.
El último día sin embargo, los ánimos ya estaban por los suelos, puesto
que abandonábamos el sueño en el que habíamos vivido todo el año, aunque la
verdad, prefiero haberlo vivido aunque se haya pasado, que seguir soñando con
que llegue esa fantástica semana.
El poco viaje que nos quedaba en barco lo pasamos todos juntos hablando
y disfrutando de nuestra compañía. Pero una vez que subimos al autobús, la
realidad comenzó a golpearnos junto con las llamadas de familiares y amigos. El
trayecto en autobús supimos aprovecharlo, ya que cantamos como nunca y nos
reímos tanto como lo habíamos hecho a lo largo de la semana. Pero cuando ya
entrábamos en Teruel, la tristeza nos invadió y junto a ella se oyeron los
pequeños discursos de los profesores y de algún que otro compañero, los cuales
hicieron que nuestras caras se iluminasen con sonrisas, sonrisas de tristeza,
pero al fin y al cabo sonrisas.
Amelia Oña Rodrigo, alumna de 4º ESO del IES Segundo de Chomón (Teruel).
Este es el videoclip que hicimos durante la vuelta, mientras viajábamos por el mar de Civitavecchia a Barcelona. Nos grabamos en un pasillo del ferry: pegamos una tela verde en la pared y luego en el instituto la sustituimos con el efecto croma-key por las fotos que hicimos a lo largo del viaje. Nuestros utensilios fueron una canción del cantante italiano Lorenzo Jovanotti, un móvil y unos altavoces para reproducirla y así nosotros poder vocalizar mientras leíamos la letra en unos folios colocados junto a la cámara posada en un trípode.